Algo mayor que la doméstica, es la más común de las palomas salvajes de nuestra región. Aparte de los bosques de montañas, también frecuenta otros medios arbolados como olivares, algarrobales, etc.

En invierno su población aumenta con los ejemplares migrados del Norte de Europa, aunque este fenómeno no sea tan patente como en otros lugares de la geografía española. En esta misma época también la vemos formando bandos en campo abierto.

Nidifica en los árboles, construyendo un débil nido sobre un pino carrasco u otro árbol frondoso, nunca en huertos. Pone dos huevos blancos en primavera. Usualmente repite la cría.

Su alimento está básicamente compuesto de semillas y otras materias vegetales.

Macho y hembra son muy similares en su aspecto y los jóvenes son algo más grisáceos. En cautividad pueden hibridarse con palomas domésticas.

Las palomas torcaces son una presa muy codiciada por gran variedad de carnívoros, sobre todo rapaces, pero su alto índice reproductor ayuda a mantener su población.

Las mismas palomas torcaces, ariscas y asustadizas, que acostumbrarnos a ver en otoño e invierno en nuestros campos, demuestran por el contrario un carácter confiado en sus países de origen, donde reciben un trato mucho más respetuoso.